si extrañare algo de esa casa,
de seguro no seria el ascensor....
tampoco al dueño.
Mucho menos a la dueña...
Ni que hablar del resto del edificio.
Seria una falacia si dijiera que llore al dejarla.
Pasé cuatro años, sufreindo en silencio...
queriendo correr sin poder, envuelta en una pesadilla,
que consumia mi cuerpo y mi alma.
La dejé...
No la extraño...
Ahora soy libre...
sueño,
lloro,
rio,
vivo....
Soy con todo lo que el Ser implica.
Soy feliz.